El martes pasado Santi acudió al 12 de octubre para recibir su sesión semanal de tratamiento. Aunque Enrique está ingresado en una habitación individual, no hubo ningún problema en que Santi estuviera con nosotros. Pincharon el "port a cat" en la cama de Quique y, cuando terminó la medicación, se echó la siesta en mi cama. Su padre trabaja hasta las 17:00 horas, por eso no pudo venir a recogerlo hasta las 6 de la tarde. Cuando ya se iban, una de las enfermeras se sorprendió al verle:
- Hola Santi, ¿qué haces tú aquí?
Esa enfermera ya nos conoce, sabe que cada martes acudimos con los niños a tratamiento, ya ha estado con nosotros en otras ocasiones. Sin embargo, nos llamó la atención:
- Este niño no puede estar quí, no está permitida la entrada a menores de 12 años en el hospital y menos en este ala.
Solemos ingresar en la planta de hemato-oncología, donde los niños son inmunodeprimidos por lo que el acceso está restringido. Enseguida contestamos:
- Ha venido a tratamiento, ha estado ingresado.
Y entonces la enfermera, a quien he decidido bautizar como la regañona, nos dejó atónitos:
- Ya, pero le han dado el alta esta mañana, ¿qué hace todavía aquí?
Empezamos una pequeña discusión:
- Le han dado el alta esta mañana, su padre acaba de llegar del trabajo para llevárselo, ¿qué querías que hiciera, me divido en dos y una parte de mi se va fuera con Santi y la otra se queda dentro con Enrique? Santi está aquí porque ha venido a tratamiento.
- Pero aquí no dejamos entrar a niños ni siquiera a los hermanos de los pacientes. Esa mamá tiene otro hijo y tampoco dejamos que venga de visita.
- Sí, pero Santi no ha venido de visita, ha venido ha tratamiento, ha estado ingresado hoy.
Tras una breve disputa la enfermera terminó diciéndome que si los médicos lo permitían ella lo dejaría estar. Pues claro que los médicos lo permiten, quienes si no me mandan a esa planta a recibir el tratamiento.
Al día siguiente, hablé con la doctora de enfermedades raras y le conté lo que había pasado. Me dijo que eso era un error y que hablaría con las enfermeras para que no se volviera a repetir.
La verdad es que ya llevamos 6 meses y la mayor parte del tiempo Santi se ha quedado después de recibir el alta para esperar a su hermano e irnos a casa juntos. Yo creo que es algo perfectamente comprensible. Nunca nos habían puesto pegas. Al contrario, siempre han sido muy amables. De hecho, nos ofrecen la merienda y la cena de Santi sabiendo que ya está dado de alta. Supongo que esta enfermera se creyó que Santiago estaba de visita y cuando le dijimos que no era así no fue capaz de reconocer su error.
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