El pasado martes acudimos a nuestra cita semanal en el Doce de Octubre. Esta vez ingresamos en la planta 9 del hospital. Normalmente lo hacemos en la 7, junto a los niños con cáncer. Allí estamos muy tranquilos porque la enfermería tiene mucha experiencia en el manejo del portacat y pueden pinchar a los niños en la misma habitación donde reciben el tratamiento. Cuando vamos a la planta 9, primero debemos pasar por el "hospital de día" de la séptima, para que les pinchen el portacat y después subir a la habitación. Un rollo, pero a veces hay muchos tratamientos en el mismo día y la planta séptima se llena. No es un inconveniente estar en la 9ª porque los enfermeros tienen las instrucciones para la administración del medicamento por escrito y pueden localizar a la doctora con rapidez en caso de necesidad. Otras veces hemos estado en esa misma planta y no hemos tenido ningún problema. Sin embargo, no estoy nada contenta con el enfermero del último martes.
Las instrucciones del médico son claras y precisas. El tratamiento empieza a una velocidad de 8ml/h la cual va aumentando de 8 en 8 cada 15 minutos, hasta llegar al máximo de 80ml/h. Total, dos horas y media, más lo que se tarda en el cambio cada 15 minutos, unas tres horas de tratamiento (para Santi). Esto es así para todos los enfermeros excepto para Chema, que comenzó saltándose las normas del médico y haciendo lo que le daba la gana. Lo único que me faltó fue ponerme una bata, porque ese día me convertí en enfermera.
Iniciamos el tratamiento sobre las 10:30. Con gran amabilidad, Chema pone en marcha la bomba:
- ¿A qué velocidad quiere que la ponga? - me pregunta.
- A la que ordena el médico, empieza a 8 - le respondo - Cuando la bomba pite le aviso para que suba la velocidad.
- No he programado la bomba porque si no esto se convierte en una discoteca. Ya vengo yo a subirlo en un rato.
A los 15 minutos vuelve el enfermero para subir las dos bombas a 16ml/h. La de Enrique permanece así hasta el final, por eso tarda tantas horas pero la Santi debería haber seguido subiendo cada 15 minutos.
En ese momento trataba de dormir a Enrique, y me olvidé de contar el cuarto de hora. Como la bomba no estaba programada, no avisó. Así que cuando me quise dar cuenta había pasado media hora. Llamé al enfermero y le pedí que programara la bomba para que parara y avisara a los 15 minutos porque se me pasaba el tiempo.
- No te preocupes, a mi también se me olvida - me respondió él. - Ahora la subo a 30 y dentro de una hora vengo a ponerla a 40.
Y a 30 la puso, cuando debía ser a 24. Desde luego, no esperé una hora. A partir de ese momento me convertí en la supervisora de Chema. Cada 15 minutos exactos le llamaba para que acudiera a subir la velocidad y, por supuesto, yo le decía qué velocidad debía programar en la bomba. No dejé que se saliera con la suya e hiciera lo que le diera la gana. Si el médico da unas instrucciones, el enfermero debe cumplirlas tal y como el doctor ha ordenado. Supongo que no tenía ganas de trabajar y tener que estar pendiente de una habitación cada 15 minutos, da mucho trabajo...
Como es habitual, pedí al enfermero que despinchara a Santi al acabar su tratamiento para que pudiera echarse la siesta cómodamente mientras terminaba el hermano. Y Chema me dijo:
- Le desconecto el tubo que como parece que no se mueve mucho no hace falta quitarle la aguja.
- No, quítele la aguja para que esté cómodo - respondí yo.
Si no se lo digo así no lo hace. Le despinchó pero no me gustó nada como lo hizo. Todos los enfermeros, tienen mucho cuidado al manipular el portacat. Se ponen guantes estériles y desinfectan bien los tubos antes de inyectar la heparina. Chema, ni se puso guantes, ni desinfectó nada, ni suministró heparina. Le dije que debía heparinizar el portacat, me lo advirtió la cirujana cuando operó a los niños, pero no lo hizo. No creo que pase nada, pero si se presenta cualquier problema por pequeño que sea, sé a quien voy a hacer responsable.
Con Enrique ya no hubo problema porque al tardar tanto, el personal de enfermería cambia de turno.
El próximo martes le contaré a la doctora la actuación de Chema para que no se vuelva a repetir. Supongo que tomará medidas, si no presentaré una queja formal ante el hospital.
por desgracia los padres llegamos a ser expertos en lo que atañe a la enfermedad de nuestros hijos.
ResponderEliminarsabemos lo que esta bien, y entra dentro de la normalidad y lo que no.