domingo, 7 de agosto de 2016

Actualizando

Seguimos estables, que no es poco. La última reevaluación oncológica fue bien. Tendremos otra en octubre. El tumor se mantiene controlado.
Las últimas pruebas también bien, sin cambios con respecto a la vez anterior.
Tuve un pequeño percance con los técnicos de rayos. Bueno, con una técnico en concreto. Quique no colabora nada en las radiografías, esto no es nuevo. Es llegar a esa zona del hospital y ponerse nervioso y alterado. Pedirle que se quede quieto mientras "le hacen la foto" es imposible. Hay que sujetarle un poco. Lo difícil es agarrarle desde un lateral y conseguir que se quede de pie en una posición concreta. No puedes sujetarle cómodamente. Si añadimos que Quique tiene muchísima fuerza y no se deja sujetar, hacer la dichosa "foto" requiere de sudor y muuuucha paciencia. Así se ha conseguido otras veces. No esta vez, donde invertimos sudor pero olvidamos la paciencia. Y le hecho la culpa a la técnico que con su frase lapidaria "tenemos mucho trabajo y no podemos estar toda la mañana con un solo niño" demostró no tener nada de paciencia. Nos fuimos sin "foto". Menos mal que el médico se apañó con lo poco que sacamos en el rato que estuvimos en rayos. 
Entiendo que tengan más pacientes y más radiografías que hacer pero eso de "no podemos estar toda la mañana con un niño" no lo entiendo. Qué poco profesional. Hay niños colaboradores y tranquilos y hay otros asustadizos y nerviosos, si no lo entiendes dedícate a otra cosa. Cada uno es como es. Además, ella conoce al niño, no es la primera vez que  está con él. Ya sabe cómo se comporta Quique, quizá debería buscar recursos para intentar hacer la radiografía. Podía haber dicho, "salid un rato a ver si se tranquiliza y después lo intentamos otra vez..." Pero no, era más cómodo echarnos.
Y mayor fue mi enfado cuando al salir de la sala de rayos pude comprobar que estaba vacía. En ese momento, no había nadie esperando para hacer radiografías. El "tenemos mucho trabajo" en realidad significaba "no tengo ganas de intentarlo más".
Ahora nos preocupa la audición. He notado últimamente que Enrique no oye bien. Siempre pone el volumen al máximo y a veces no responde cuando te diriges a él. En ocasiones, simplemente no le da la gana hacerte caso porque está entretenido con algo. Pero, muchas veces me doy cuenta que no te oye. Estoy hablando con el otorrino para valorar unos audífonos.
No quiero que me pase como con Santi. Todos los profesionales empeñados en que estaba muy sordo y los audífonos solucionarían el problema y además apostaban que su lenguaje mejoraría. Nosotros dudábamos. Aun así probamos los audífonos y descubrimos que no cambió en nada. ¿Y su lenguaje? Santi nunca dijo una sola palabra. Si lo audífonos iban a ser una solución, no sirvieron de nada. 
El caso de Quique es distinto. Con él si tengo la sensacion de que ha perdido audición. Eso sí, si ponemos audifonos no voy a comprar otros. Usaré los de Santi que los tengo nuevecitos en un cajón con seguro y todo. Asegurados por cinco años aún le deben quedar un par en vigor. Y los he cuidado por si algún día los necesitábamos. Les he cambiando su pastilla antihumedad, los he limpiado...
Supongo que la clínica aceptará usar estos audífonos y no nos harán comprar otros. Porque en ese caso buscaré otra clínica.

1 comentario:

  1. Que pena que algunos profesionales de la salud sean tan poco profesionales. Una reclamación a tiempo hace milagros. Un abrazo.

    ResponderEliminar