En alguna ocasión he hablado de la doctora especialista en enfermedades metabólicas que trata a Enrique. No es demasiado cariñosa y amable aunque he de reconocer que lo intenta. El último martes acabó con mi paciencia.
Normalmente, es la pediatra de la unidad quien se encarga de ver cada martes a Enrique. Un doctora cariñosa, simpática, amable... Pero, va a ser mamá y ahora está de permiso. Esperando a la nueva pediatra aparece en escena la especialista.
- Buenos días, yo tengo muchos papeles que hacer hoy, tengo mucho trabajo y la pediatra no está. Así que váyanse a tomar un café.
Poniendo mala cara, contesté:
- La próxima vez avíseme y vengo más tarde. Para no perder el tiempo aquí.
Tampoco le dije nada grave, y además lo hice con mucha educación. Pero ahí se lió la cosa. Y empezamos a discutir.
En ese momento, apareció la pediatra sustituta. En realidad, discutíamos por nada, porque la doctora que verá a Enrique cada martes estaba preparada en la consulta.
Y se fueron juntas a recoger los informes de Quique para el tratamiento, cuando oigo a la especialista decirle a la pediatra:
- Pues por media hora que esperen tampoco va a pasar nada
No pude callar y volví a contestar.
- Claro que pasa, no estamos aquí para perder el tiempo y más cuando estamos en el hospital todos los martes y todos los jueves sin falta. Y hasta hace muy poco mañana y tarde.
Ella volvió a contestar y la volvimos a liar. De nuevo a discutir.
La cosa acabó con la doctora diciéndome:
- Yo he empezado disculpándome por su espera. Si usted no lo ha querido interpretar así...
¿Disculpándose? Si lo que me ha venido a decir es "tengo mucho trabajo para atenderte, vete que me molestas". Está claro que a algunas doctoras le importan más sus papeles que sus pacientes.
Con lo fácil que hubiera sido decir "buenos días, esperen un poquito que ahora mismo viene la doctora".
Y ya digo que intenta ser agradable, lo intenta. Pero no lo consigue.
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