lunes, 23 de septiembre de 2013

Y la llevo conmigo desde entonces

Hace un año Santi nos dejó. Murió en casa, feliz hasta el último suspiro. Y recuerdo aquel traumático día con tristeza. Recuerdo las palabras de ánimo de mis familiares y amigos, de cuantos quisieron acompañarme en aquellos momentos tan duros. Palabras, en muchos casos, desacertadas, en un momento muy difícil. ¿Qué se puede decir a una madre que acaba de ver morir a su pequeño? No todos afrontamos las adversidades de la misma forma y entiendo que hay personas que no saben reaccionar, quizá por nervios o por temor a no saber cómo ayudar y, en su intento por animarte, acaban metiendo la pata, diciendo algo inapropiado o, incluso, estúpido. Puedo comprenderlo, pero yo soy de las que piensan que si no tienes nada agradable que decir, mejor no hables. A veces la simple presencia es suficiente y el silencio no siempre incomoda, en ciertas ocasiones, él mismo llena el vacío.
A pesar de no manifestarlo en su momento, dos frases, en concreto, me enfadaron muchísimo.
- "Mejor ahora que no dentro de cinco años".
Esta fue la peor. Dos personas tuvieron la osadía de decirme semejante barbaridad. Me hubiese gustado contestar:
- "Muérete tú, a ver si te parece mejor ahora que dentro de cinco años. Ni siquiera conocías a Santi, tú qué sabes cómo iba a evolucionar o en qué estado se encontraba".
Pero no, no contesté, en aquel momento preferí callar.
La segunda me la dijo una hermana del colegio y si alguna me está leyendo que no se lo tome a mal o al menos no tan mal como me sentó a mi esa frase.
- "¿El otro cómo está?" -refiriéndose a Enrique. - "Ya verás como este te dura mucho tiempo"
- "Más del que durarás tú" - pensé yo, y es que esa monja está muy mayor.
¿No estáis de acuerdo? ¿No habría sido mejor que hubieran permanecido en silencio?
He de reconocer que su intención era buena, solo querían ayudar, no encontraron la forma de hacerlo mejor.
No todas las frases fueron nefastas, entre ellas las típicas como "ya nada puede hacerle daño", "él está mejor, ya está con Dios" o "estuviste siempre a su lado, te quedaste en casa por él". Frases que ya rondaban mi cabeza antes de oírlas, pero que en aquel momento de nada me servían.
Entre todas, hubo una válida, apropiada, perfecta. Una frase digna de ser escuchada. La única capaz de levantar mi ánimo, me acompañó en aquel terrible momento y la llevo conmigo desde entonces. Una frase adecuada, recibida al tiempo que un cálido abrazo. Una frase conmovedora, dicha entre lágrimas y con el corazón. Me reconfortó porque me hizo entender que, aunque había perdido a mi pequeño, yo debía estar tranquila, orgullosa y satisfecha. En todo momento hice lo que debía, y fuera o no acertado, actué bien, no podía haberlo hecho mejor:
- "Tú has sido la mejor madre para Santi".

Gracias Elo.
 

2 comentarios:

  1. Zita, no tengo palabras para expresar lo que me ha emocionado tu recuerdo a Santi. Efectivamente, tú has sido la mejor mamá para Santi y lo eres para Quique. Un abrazo.

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  2. Zita, corazón, ¡¡¡Échamos tanto de menos a Santi!!! Parece que fue ayer que todavía le veíamos corretear y gritar y ya ha pasado todo un año sin que su sonrisa alegre vuestros corazones y los nuestros.

    Por la vía difícil aprendemos muchas madres que ante la pérdida de un hijo no hay consuelo posible, ni nada que mitigue el dolor. Ese día, esas palabras, salieron del corazón. Fuisteis y siempre seréis los mejores padres del mundo para Santi, capaces de acompañarle en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad, y hacer de él un niño siempre feliz, rebosante de energía y con uns sonrisa siempre asomando en su carita.

    Me alegro de que el recuerdo de mis palabras contribuya a mitigar la amargura de esas otras que preferiríamos borrar. Un fuerte abrazo,

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