miércoles, 2 de julio de 2014

Mala experiencia en el castillo de Cuéllar

El domingo 22, aprovechando  que pasábamos el fin de semana en una casa rural cerca, visitamos el castillo de Cuéllar. Una visita teatralizada, con personajes e historias que, al tiempo que entretienen al público, cuentan la arquitectura y vida del castillo. O eso supongo que sería porque pagamos el precio de la entrada para nada. Bueno para nada tampoco, para llevarnos un disgusto y un enfado nosotros y una reclamación el Ayuntamiento de Cuéllar y la guía del castillo. 
No nos lo dijeron directamente, pero entendimos que debíamos irnos porque Quique se puso nervioso y no fue capaz de mantenerse lo suficientemente quieto y callado en la primera sala. 
Comenzamos en una iglesia a oscuras donde las mayores explicaciones suceden por medio de audiovisuales. Allí Quique, demostró no interesarse lo más mínimo por la visita y la guía "le fichó". De hecho, intentó acercarse y hablarle porque, aunque estaba sentado y tranquilo conmigo (nos quedamos a los pies de la iglesia para no interrumpir al resto del grupo), no dejaba de llamar a papá. Pues claro, es un niño de tres años en una iglesia totalmente a oscuras. Habla y llama a su padre. Sin embargo, para nada interrumpía al grupo que continuaba su visita por la iglesia visualizando los audiovisuales ajeno al parloteo de mi peque.
El problema sucedió al entrar en la primera sala del palacio ya en el castillo. Allí sí se requería mayor silencio y estar bien "pegaditos" a la pared, puesto que debía quedar el centro de la estancia libre para que los actores pudieran representar su escena. Y como a Quique no le interesaba lo más mínimo lo que hacían los actores, no quería permanecer pegado a la pared.
Nada más entrar la guía nos pidió quedarnos cerca de la puerta "por si acaso". ¿Por si acaso qué?, ya tenía bien claro que su intención era que saliéramos. No consideraba esa visita para Quique y en lugar de explicarnos de antemano y con buenos modales en qué consistía exactamente, decidió actuar por su cuenta. Cuando los actores ya habían comenzado, a la guía no se le ocurrió otra cosa que coger a Quique del brazo para apartarlo a un lado de la habitación. La reacción del peque fue la esperada por sus padres ("y es que quien te manda coger así a un niño que no conoces de nada"), no dejarse atrapar, ponerse nervioso y tirarse al suelo. Así que ella tiró de él por la fuerza para poder sacarle.
- ¿Le quieres soltar, por favor? - le pidió su padre amablemente. Hasta en tres ocasiones tuvo que decirle que le soltara.
A dos palmos de distancia se encontraba su padre de la guía. ¿No podía haberle pedido de forma educada que cogiera él al niño? Además, ¿cogerle por qué? Porque no estaba pegado a la pared, o porque invadía el espacio de actuación de los actores. Que los actores no son tontos y ya ven a un niño, no creo que chocaran contra él. No entorpecía para nada. Lo único que consiguió la guía fue poner más nervioso al niño y enfadar a sus padres con su mala actuación.
Decidimos salir para no volver a entrar, después de eso ya no quisimos continuar la visita. El problema es que las puertas se iban cerrando con candados al paso del grupo y nos quedamos encerrados en el patio de entrada a pleno sol sin poder salir. La única opción era volver a incorporarnos a la visita cosa a la que nos negábamos. Allí estábamos los cuatro, su papá Javi, el peque, mi enorme barriga de casi 9 meses y yo. A pleno sol buscando una sombra y un sitio donde poder sentarnos. Hasta que otra guía nos vio al terminar su visita y nos abrió la puerta.
Entendemos que la visita requería un comportamiento concreto que quizá un niño de tres años con una enfermedad que le impide comportarse como se espera de él, no era capaz de cumplir. Pero también entendemos que la guía podía haber hablado con nosotros, habernos explicado en qué consistía la visita y haber propuesto soluciones (entrar y salir a nuestro aire si así el peque estaba más tranquilo, ir por detrás del grupo...). Coger al niño por la fuerza y "quitárselo de en medio" no era una solución acertada.
¿Acaso Quique no tiene derecho a asistir a cualquier visita cultural? Cada uno es como es. Su hiperactividad y su retraso conductual, no tendrían que ser un inconveniente para disfrutar de la visita a un castillo. Además, no es el primero al que acude ni será el último y jamás habíamos tenido ningún problema.
En ningún sitio se especifica para mayores de x años. La entrada es para todos los públicos. Y no era el único niño hablador allí.
Por otra parte, y aunque no tenga nada que ver, he de decir que no recomiendo para nada este castillo. Porque  no existe ni un solo acceso adaptado a personas con movilidad reducida. Si alguien en silla de ruedas quiere visitarlo tendrá que fastidiarse porque su silla difícilmente podrá transitar por las escaleras tanto de la iglesia como del castillo.

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