Aún siento tu risa al pasar por debajo de los puentes, te imagino ante las puertas de cualquier ascensor y recuerdo tus pasos de baile cuando suena la música.
Hoy te veo en la sonrisa de Enrique y en la tranquilidad de Irene.
Tú siempre estás presente, a mi lado, me acompañas y me acompañarás.
Te quiero, Santi.
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